Testimonio del 14 de Diciembre de
2.013
RECUERDOS DE S. CLEMENTE (1)
Paco Gómez
(El Puerto de Santa María) Paco Gómez (El Puerto de Santa María): Mis primeros recuerdos
del P. Prados se remontan a principios del año 1.970, cuando
hice unos ejercicios espirituales con él. Esta circunstancia
creo que era la normal entre todos nosotros, el grupo de S.
Clemente. Sus ejercicios espirituales a gente joven eran
“famosos” y fuera de lo común para la época, incluidos los
“efectos especiales” y la puesta en escena con los que
adornaba sus charlas. A mí me ”enganchó” desde el principio y
ya me comprometí para irme ese mismo verano a S. Clemente con
él. Fraguamos una verdadera amistad que también trascendió a
mi familia, mi hermano Juan también estuvo posteriormente en
S. Clemente . Siempre que venía por El Puerto de Santa María,
a dar ejercicios o de vacaciones, venía a casa y a mi madre le
encantaban sus visitas.
Muchos fueron los días que compartimos, veranos y navidades.
Primero estudiando, después en el servicio militar (recuerdo
que el cura escribió una carta al capitán para que me diera un
mes de permiso) y ya trabajando, siempre deseando llegara la
fecha para irme a S. Clemente.
Estuve allí hasta que “nos echaron”. Y digo que nos echaron porque
fue así. Llegó un momento en que el párroco de Huéscar que
“atendía” S. Clemente, D. Manuel Gallardo se enfrentó con el
P. Prados. Creo que no admitió nunca el protagonismo que
alcanzaron entre la gente el cura Prados y su grupo. Entonces
el obispo de Guadix nos prohibió volver a S. Clemente. El
obispo era D. Antonio Dorado. Coincidió que en esa época
nombraron a Mons. Dorado obispo de Cádiz y siguió manteniendo
provisionalmente el obispado de Guadix. Recuerdo perfectamente
que mantuvimos una reunión con el Sr. obispo en Cádiz, a la
que asistimos Rafa Ortega, José Carlos, Jesús Muñoz y alguno
más que no recuerdo y que desde el día anterior se quedaron en
mi casa. Tras la reunión entendimos que había que dejar S.
Clemente. No obstante, esas Navidades nos fuimos a pasarlas a
Duda, donde nos acogieron tan bien como siempre.
Testimonio del 16 de Diciembre de 2.014
RECUERDOS DE S. CLEMENTE (2)
Paco Gómez
(El Puerto de Santa María)
Siempre he pensado que el P. Prados nunca fue apoyado todo lo necesario
por sus superiores, (más bien al contrario) ni reconocieron la
importante labor que realizó durante tantos años con los jóvenes y con
los más necesitados.
Me admiraba el cariño que todos le tenían. Tenía ese don especial con el
que se ganaba a la gente desde el primer momento, su presencia sencilla
atraía y no dejaba indiferente a nadie. Y ya cuando hablaba podía dejar
boquiabierto al más descreído; así sus misas eran seguidas con tanta
atención y sus sermones tan esperados y a veces temidos, ya que hablaba
muy claro. ¡A ver que nos dice hoy D. Manuel! Decían los parroquianos en
S. Clemente cuando iban a misa con una iglesia a rebosar. Era un gran
orador y así lo prueba el que lo reclamases para sus ejercicios
espirituales desde todos los puntos de España tanto monjas, como
jóvenes, padres de familia…
Igual que era un gran orador era un estupendo escritor de cartas. Lo
recuerdo con su inseparable Olivetti portátil. Se mantenía en contacto
con todos a través de la correspondencia. No dejaba carta sin contestar
y siempre muy ampliamente. Pienso que si le hubiera tocado vivir en
estos días hubiera sido un entusiasta de Internet y usuario habitual del
correo electrónico.
Como todo ser humano también, los que hemos convivido con él durante
bastante tiempo lo pudimos comprobar, tenía sus prontos, su carácter.
Aunque siempre su trato era exquisito y cariñoso alguna vez le vi alzar
la voz o dar un puñetazo en la mesa, casi siempre con razón. En algunas
ocasiones lo vi enfadado; en esos casos se mostraba serio y callado
durante todo el día y al día siguiente explicaba los motivos de su
enfado y pedía perdón. Su responsabilidad con todos y cada uno del
grupo, con la gente de S. Clemente y con todo lo que suponía nuestra
estancia en el pueblo, añadido a que nunca gozó de demasiada buena salud
le hacía estallar en algunos momentos, cuando veía que algo no salía
bien o ante gloriosas meteduras de pata de algunos de nosotros. En
alguna ocasión tuvo que decirle a alguien que abandonara el grupo o
sencillamente le indicaba que no volviera el próximo año. Se implicaba
tanto en las cosas que siempre buscaba la perfección y eso era
imposible.
Su labor en S. Clemente era tan intensa que en los últimos días de cada
verano ya se le notaba muy agotado. Y es que sus jornadas eran muy
intensas, lo mismo se pasaba varias horas junto a un enfermo, que tenía
que ir a Huéscar para solucionar un problema de algún vecino. Además de
S.. Clemente atendíamos otros pequeños poblados de los alrededores como
El Canal, Duda, La Parra y muchas otras cortijadas. En todos eso lugares
llegó a celebrar misa, cosa que jamás habían visto y el hecho de ver al
cura allí delante de sus casas era todo un orgullo para ellos. A todos
esos lugares íbamos nosotros diariamente, en grupos de dos o tres.
Nuestra misión consistía en visitarlos en sus casas, charlar con los más
viejos y sobre todo estar con los niños que cada día esperaban nuestra
llegada con enorme ilusión.
Testimonio de Guillermo de Labra Morales
Diciembre de 2.018
De: Guillermo de Labra Morales: A través de un amigo de la juventud he
conocido la página web dedicada al P. Manuel Prados S.J.
Conocí al P. Prados hace
muchos años cuando vino a Cádiz a dar unos ejercicios espirituales, mas
tarde lo destinaron aquí donde estaba desapareciendo la Congregación de
San Luis Gonzaga que había creado el P. Muriel S.J. Los jóvenes de la
Congregación ya no iban por la casa, habían terminado sus carreras y
estaban trabajando fuera de la ciudad, la mayoría. El P. Prados llegó
con mucha ilusión, hasta el punto de cambiar el nombre de Congregación
por el de Comunidades Cristianas, allí se mezclaban chicos y chicas, que
antes no entraban en la Congregación las mujeres.
Aunque yo era un poco mayor
de esta nueva savia y “enamorado” del P. Prados, seguí ayudándole en
todo lo que podía o me pedía. Desgraciadamente esta Comunidad no dio los
frutos que él quería y se marchó a Sevilla. Le seguí a través de las
cartas, que conservo, y después de unos años le rogué que me casara con
una chica que conocí en el centro. Se celebró la boda en la Casa de
Ejercicios de El Puerto Santa María, la antigua, el 28 de Junio de 1.970
y fue una ceremonia familiar, sin convite, ya que mi madre con la que
convivía había fallecido hacía tres meses.
Le seguí a través de cartas
por esos pueblos de Almería, donde disfrutaba conviviendo con sus
gentes, mas tarde enfermó y fui a visitarlo varias veces a Sevilla y una
vez a Málaga, últimamente no podía escribir y entonces le llamaba por
teléfono y charlábamos un rato. El día 29 de Diciembre del 2006, le
llamé por teléfono para felicitarle las fiestas y la telefonista me dijo
que acababa de fallecer.
Para mí fue un golpe
terrible y días más tarde le escribí al P. Superior en Granada dándole
el pésame y mandándole un recordatorio que había hecho para la Comunidad
y su familia. La marcha de Manolo Prados, como yo le llamaba, ya supuso
un gran golpe, porque era mi confesor espiritual y después de estar un
tiempo “perdido” encontré a un franciscano, P. Nicolás, que siempre que
estuviera la iglesia abierta, estaba en el confesionario.
Como era una persona mayor,
también falleció y ahora a mis 77 años estoy en periodo de “prueba” con
un salesiano, porque los jesuitas se han ido poco a poco y ya no queda
ninguno. De la antigua congregación solo quedan DOS congregantes que
mantienen el espíritu que sembró el P. Muriel y los segundos viernes de
cada mes se celebra una misa por todos los que viven y los fallecidos,
pero suelen ir dos o tres personas más.
Todos los días 1º de Enero,
santo de Prados y desde que estaba en Granada, le mandaba un ramo de
flores blancas para que supiese que no le olvidábamos. Es triste que en
Cádiz no se le recuerde nada del tiempo que estuvo aquí, quizás porque
la forma de pensar de aquellos jóvenes ha sido muy diferente de la que
yo viví con el anterior director P. Muriel
Con esta carta hago un
pequeño repaso de mi contacto con el P. Prados y no tengo ningún
inconveniente en que se publique en la página web que ha creado para que
quede constancia de su vida para aquellos que lo conocieron.
Atentamente Guillermo de Labra Morales
|