Cambio Climático / Global
por: Juan Antonio Ortega Núñez
Agosto de 2.010

Es importante reciclar nuestra vida y hasta las basuras, pero no podemos basar nuestro crecimiento en ir contra la principal ley de la Naturaleza: EL CICLO DEL AGUA. La LLUVIA nunca se desperdicia en el MAR.

 

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Hacer llover en Gran Canarias fue uno de mis primeros trabajos como piloto.
Esta forma de incremento de precipitaciones no tiene nada que ver con el tratamiento de nubes con Ioduro de Plata.

Aprendí mucho como piloto, y también del medio en el que tenía que desenvolver mi profesión, pero ahora toca explicar sólo lo que aprendí de la Atmósfera, y más concretamente, del Micro Clima de las Islas Canarias y del intercambio de la energía en esa impresionante masa de aire que envuelve nuestro Planeta.
En las Islas Canarias existen unos vientos, Los Alisios, que rompen cualquier crecimiento nuboso y que, por tanto, impiden el desarrollo de nubes y en consecuencia, de la lluvia.
Sólo las islas con grandes elevaciones montañosas, como Tenerife, La Palma y, en menor proporción, Las Palmas de Gran Canaria, se pueden beneficiar de los agujeros que esas montañas abren a los vientos, y que permiten la evolución de nubes, la lluvia y la vida.


Así que el objetivo era encontrar nubes que pudieran crecer rompiendo la inversión de los Alisios, pero cómo hacerlo porque la energía que tendríamos que haber empleado estaba fuera de nuestro alcance. La solución fue genial y sencilla, dejaríamos que la energía la pusiera la Naturaleza. Nosotros sólo pondríamos el catalizador que haría posible todo el proceso: La SAL.

Una vez que el radar meteorológico de tierra, situado en la Isleta, nos daba una mínima señal de una nube capaz de hacer llover, y que estuviera a dos horas de llegar a la Isla, despegábamos con nuestro avión y sembrábamos, durante esas dos horas, la base nube con Sal.

La Sal captaba agua, y hacía que transformara su estado de vapor a líquido, por lo que se liberaba el calor necesario para que la nube fuera creciendo. El proceso duraba dos horas.


El crecimiento de la nube lo seguíamos, minuto a minuto, con un sensor de diámetro de gotas de agua.

La nube crecía, hacía un estupendo agujero en los vientos Alisios, rompiendo la inversión y permitiendo la subida de más vapor de agua y, finalmente, provocando la lluvia.

Y llovía, ya lo creo que llovía.
Eso de la foto lo hicimos nosotros.
Je,je,je,je....

Incluso nos denunciaron por provocar inundaciones (involuntarias, desde luego).
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